Su dueño Roberto Van Looy galardonado por ser pionero en atraer visitantes por el surf
‘Dos Mares’ un capricho en Tarifa para los mas sibaritas esta Navidad

Amparo de la Gama
Es el recodo mas privilegiado de la costa gaditana. Lugar de encuentro para los más sibaritas “Dos Mares”, se halla un hotel modelo que preserva el entorno medioambiental, una propuesta colonial con vocación hedonista y surfera en pleno corazón de la costa de Tarifa. Hay pocos lugares en el mundo con el formato de hotel que tengan alma propia. Unos pueden tener vida, otros ofrecer confort, algunos incluso encanto singular. Pero ‘Dos Mares’ lo reúne todo en un solo concepto. Es por eso que este establecimiento cuelga el cartel de “lleno” con más de un año de antelación. Ahora en Navidades muchas familias eligen este lugar para pasar los días de fiestas. Roberto Van Looy y su hombre de confianza, Emilio Carballo, han hecho posible este sueño. Este ultimo explica a nuestro medio que “los planes que tenemos son muy familiares, cena en el salón y chimenea hasta la madrugada. A la gente que viene a este hotel le gusta la vida de día cuando Tarifa se viste de luz”. Desayunar inmersos en esos recodos mágicos rodeados de la vegetación autóctona de su jardín es un lujo. Al atardecer, cuando el sol esta cayendo sobre la gran duna, una poderosa luz naranja inunda este rincón entre dos mares, entre el Mediterráneo y el Atlántico, y el alma de sus huéspedes se encarga de poner el resto. Desde que abrió sus puertas, a este lugar acude a diario gente de toda Europa exclusivamente a batirse con el levante y resistir sobre el agua con un viento de fuerza siete. En paralelo al recinto hotelero hay una escuela de surf, los extranjeros, sobre todo alemanes, italianos e ingleses, practican horas y horas. Y cuando baja el sol en el ‘Dos Mares’ otro de los espectáculos mas hermosos es el de montar a caballo. La playa se llena de equinos que con su belleza lo eclipsan todo.Dicen los huéspedes que lo conocen que este hotel no defrauda a nadie. Un antiguo palacete, cuyas paredes están pintadas con colores luminosos que recrean el ambiente de algún país de ensueño, donde todo es luz, mar, cielo y algunas noches hasta de luna llena.
El hotel de Don Roberto

Don Roberto, el empresario que apostó por este modelo, parece una parte más de la decoración. Y es que él es el artífice de cada uno de sus rincones. Llego a esta tierra desde Holanda enamorado de una tarifeña, y desde entonces su auténtica catarsis ha sido impregnar de su porte colonial a cada espacio de estas instalaciones. Todo un gentleman que atrapa con sus conversaciones a cualquier viajero que recala en esta parte del sur de España. Él tuvo la visión hace ya cuarenta años de lo que hoy es esta ciudad. La «industria del viento» -como él mismo empresario la llama- en aquel rincón de la costa gaditana, no sería lo que es sin su trabajo. Tras una vida entera dedicada a fomentar el turismo en Tarifa, la Diputación de Cádiz le ha otorgado el premio al Turismo de este año como reconocimiento a su labor. Es un defensor incansable del viento, de la libertad y de la gente «guapa» porque según explica son los principales atractivos de este destino turístico que no tiene «nada que ver con el resto, ni de Cádiz ni del mundo, porque no hay un rincón como Tarifa. Llegó con 25 años
“cuando cogimos lo que ahora es el Dos Mares en el año 1970, que entonces era un camping, sólo venían algunos franceses que iban de paso para Nigeria. A veces reservaban habitación por dos semanas y cuando saltaba el levante se quedaba el hotel vacío. Venían a la recepción y me decían que su madre se había puesto mala, que les habían llamado de su empresa, … yo los miraba y pensaba: «A mí me lo vas a contar si aquí no hay quien pare con esta ventolera».
Después llegaron los alemanes. Trabajamos bien con ellos. Yo llamo a aquellos años el tiempo de la media pensión, porque venían con ese régimen. Desayunaban muy tarde y cenaban sobre las ocho porque ya estaban muertos de hambre. Era otro tipo de turismo. Después conseguimos atraer a los freaks del surf. Al principio eran unos cuantos melenudos que venían con sus tablas y sin un duro pero yo sabía que detrás de esa gente vendrían más. Éste es un deporte caro y seguirá siéndolo y eso nos trae a un turismo de un poder adquisitivo alto”. Don Roberto piensa que el éxito de su establecimiento es la naturalidad “No hay que agobiar a la gente. Aquí se viene a desconectar. Por ejemplo, yo nunca me pongo traje y corbata porque creo que eso crea un ambiente de tensión que es contrario a lo que buscamos. Quiero que los clientes capten que aquí hay libertad para vestir, para levantarse o para quedarse tumbado”. El holandés sigue enamorado de su “dos mares” y es incansable en seguir ideando estrategias “Lo tenemos fácil. Creo que Tarifa ha conseguido ser una isla independiente del resto de Cádiz, única en toda Europa”.
Lola Flores, los Clinton y Julio Iglesias

Lo de menos en este hotel es decir que Julio Iglesias júnior paso aquí su infancia, o que Lola Flores desde la suite de honor no paraba de pedir “jurelitos”, ni siquiera que la mismísima hija de los Clinton pasmaba con sus amaneceres. Todo eso queda guardado en un álbum que Don Roberto conserva y que nunca verá la luz.
El hotel no es muy grande, pero está repleto de buen gusto y de pequeños detalles para cuidar el medioambiente como placas solares y reciclajes de aguas, así como una vegetación autóctona que se ha ido creando en sus jardines.
La cafetería, por ejemplo, guarda un aura especial de viejos colonizadores y su comedor es un lugar perfecto para disfrutar de un atún a precio más que razonable.
Los tonos alberos y granate se dan la mano en perfecta armonía con los cremas y natas. Los colorines de la fachada continúan en los interiores, muy cálidos y se dan la mano con la suave vegetación que llega hasta el mar o, mejor dicho, hasta los dos mares que dan nombre a este hotel. Hay alojamientos donde las flores se encierran bajo un cristal y se olvidan que la luz del sol existe. Pero aquí, en ‘Dos mares’, aún se escucha cómo tiemblan cuando cae el rocío.